Hasta hace un par de generaciones, sentir era casi un tabú. Algo íntimo de lo que apenas se hablaba. No había lenguaje para las emociones que muchas veces se juzgaban. Hoy todavía es muchas veces así. El sentir sin embargo puede convertirse en un gran tesoro: habla de lo que nos conecta con la vida y los otros. Pero también de lo que nos separa. Aprender y permitir su lenguaje hace nuestra experiencia más intensa. Pero también es fuente de sabiduría: indagar el sentir aporta conciencia profunda a lo que pasa. En ti. En otro. En los grupos. En tu vida. El ciclo se desarrolla en 4 talleres de un día (7 horas) con temas diferenciados.